viernes, 14 de marzo de 2014

Te regalo mi arbol


Yo quiero en esta navidad, poder armar un árbol dentro de mi corazón y colgar en él, en lugar de esferas regalos y adornos, los nombres de mis más queridos amigos, familia, y gente a quien amo, los que viven lejos y los que viven cerca, los antiguos y los más recientes.




Los que veo todos los días y los que raras veces veo, lo que siempre recuerdo y los que a veces olvido, los de las horas más difíciles, y los de las horas intensamente felices!, los que sin querer me hirieron, aquellos que conozco profundamente y aquellos que conozco poco, mis amigos humildes y mis amigos importantes.



Los que me enseñaron valiosas enseñanzas y los que tal vez un poquito aprendieron de mi, quiero que este árbol tenga raíces profundas y fuertes !para que los nombres de mis amigos, familia y seres queridos nunca jamás sean arrancados de mi corazón, y que sus ramas se extiendan gigantes! para colgar otros nombres que venidos de todas partes se junten con los existentes, un árbol de sombra agradable, para que nuestra amistad, amor confianza y cariño sea un momento de reposo en la lucha diaria de la vida, quiero que el espíritu de la Navidad haga de cada deseo la más hermosa flor! de cada lágrima una sonrisa! de cada dolor la más brillante estrella!






Y …Por si hiciera falta, este poema que a cada uno regalaría con cierto orgullo:
Navidad
Sueño de noche ilusionada
Escape de niños agitados
Romance de estrellas en la nada
Amor brotando de las manos
Navidad
Un millón de sonrisas infantiles
Pureza de rostros asombrados
Guirnaldas de dulces bendiciones
En un mar de recuerdos anidados
Navidad
Brazos extendidos hacia el cielo
Como pidiendo por favor que este Año
Que este Año…
Sea el nuestro.









Fin



Te regalo mi árbol. Julio Casati, escritor y locutor argentino.


  

La sirena y el Marinero


Había una vez una mujer... noche tras noche miraba la luna desde las rocas... amaba el mar... la libertad de poder surcar el horizonte con una simple mirada, la sensación de poder correr sobre las olas tan solo con pensarlo... andaba siempre con un bloc de notas en blanco y se sentaba sobre el arrecife a escribirle cartas al mar, las lanzaba luego dentro de una botella... el mar la comprendía, el mar era suyo al fin y al cabo... pues ella vertía sus lagrimas ahí y lo hacia un poco mas salado. 




Se sentaba sobre las rocas y la brisa le golpeaba la cara con el aroma de su perfume, ese perfume a piel que no había olido nunca pero que había sentido tantas veces....esa silueta del que aún no tiene rostro ni nombre... la sombra que la hacia sentir l la añoranza de lo que no conocía...como se puede echar de menos algo a quien ni siquiera conoces pensaba ella...
Y así pasaban las lunas... una noche mientras escribía el viento hizo volar sus papeles escritos, sus cartas marinas... y en el intento de agarrarlas resbalo... perdió los zapatos en su caída... y toco el fondo del mar donde se quedo dormida al no poder respirar... El mar... que tantas veces la había visto sentada en el arrecife, el mar que la conocía porque había leído todas sus cartas...fue entonces cuando se apiado de ella y como pudo le salvo la vida... dándole el gozo de poder disfrutar de ese mar al que ella tanto le escribía.... el beso de una ola le devolvió el aliento, la arrojo con delicadeza sobre la misma roca de donde se había caído y la dejo ahí... siendo mitad mujer... mitad pez... fue así.... como la sirena de este cuento se hizo sirena.





Nadaba desnuda y libre... y cada noche volvía a la misma roca, con la misma sensación de nostalgia... con la misma sensación de añorar lo que no conocía... sabía que no era el mar.. y que no era la tierra... un día mientras nadaba vio como la luna iluminaba con su luz la proa de un barco... y vio un marinero que cansado de danzar sobre la madera dejaba caer su mirada al mar, con la misma mirada perdida que ella ponía cuando añoraba... se acercó cuanto pudo y le tembló el corazón... ese era el perfume de piel morena que había sentido tantas veces, esa era la olor... esos ojos eran los que ella había dibujado entre letras... el marinero giro la cabeza como si supiera que alguien lo estaba mirando... y la vio... la vio desnuda sobre las olas, y sintió estremecerse al mirarla, al sintió ver en su boca el cuarto de una luna que sonrie picara...y se lanzó al mar...



 La sirena lo cogió de la mano y le enseño su mundo, su mar azul, los corales y las flores que crecen bajo las rocas...y así noche tras noche.. la sirena lo esperaba junto a la roca y el marinero se lanzaba al agua... y así iba ella esperándolo cada noche porque sabía que no podía tenerlo siempre, porque los marineros se ahogan bajo el mar y las sirenas no pueden permanecer siempre en tierra... pero su mitad mujer, su mitad imperfecta...seguía añorando lo que ya conocía... y deseaba mas que nunca despojarse de aquella bella cola y el marinero de aquellas piernas, el deseaba su cola, ella sus piernas.
El marinero... cada vez aguantaba mas bajo el agua poniendo el corazón al limite al sumergirlo... el tenia miedo de ahogarse... ella tenía miedo de ahogarlo... demasiado complicado...demasiado arriesgado...



   El mar, la luna y el viento hablaron de noche.... el mar apiadado, la luna enternecida y el viento enamorado de las palabras de amor que se decían... decidieron desordenar todas las cartas que la sirena escribio y formar con las letras sueltas un mensaje.... en el encuentro de los amantes llego la botella, una ola era la mensajera, el viento se puso a favor del mar y la luna, la luna brillo con mas intensidad que nunca, hasta el sol emocionado se fundió con la luna en un eclipse... el marinero cogio la botella, la sirena leyo el mensaje.... siempre os quedara esta roca... y la orilla del mar... donde tu marinero tendras los pies en la tierra y tu... sirena la cola en el agua...y así cada noche... cada día si cabe... la sirena esperaba en la roca y el marinero acudia a sus brazos...ella tuvo que caerse del arrecife...el tuvo que mirar la luna desde la proa... tenian que conocerse... y es por eso y solo por eso por lo que las otras sirenas cantan a todos los marineros. 


La sirena que quiso volar






En el canto mítico de los mares se dejaba ver entre sus olas danzantes, parecía una invitación a la pasión de quien le miraba, se sucedía de repente su emerger de entre el azul del agua, cual si fuera una extensión de esta hecha elipsoide.


¡Yo nunca le vi! Me lo contó un señor en mi infancia, solía decir:
¡Mira siempre que una ola levantaba mas de seis metros era porque seguramente saldría!

Su cola era como de cuatro metros, de un azul oscuro pero con destellos dorados que empañaban y que se podían ver reflejados en el horizonte como un beso del sol al mar.

Recuerdo que solía preguntarle, ¿salía de noche?
Y él movía su cabeza en desapruebo. Luego decía; ¡en los largos días de verano salía hasta tres veces! La acompañaban muchos delfines en una orden perfecta de movimientos sincronizados, con sus cantos alternados.



¿Pero y que paso, murió?

¡No, no murió solo se fue una noche con miles de estrellas!
¡Cuentan los que ven mas allá de la oscuridad que se acerco demasiado a la orilla y que quedo varada entre arena y marea!

¿Pero que paso?

Nada un ángel vino y le llevo con él a los cielos, la cargaba de estrella a estrella y le hacia el amor cada noche, hasta que nació una sirena que si podía volar y fue el reflejo de su madre en un sueño de tener alas.

   

El Hada Fea



Hace muchos años, vivía una pequeña hada, a la que todo el mundo ,estaba empeñado en rechazar porque era muy fea, a pesar de que poseía un carácter dulce y amable. Por mucho empeño que pusiera en que los demás vieran sus cualidades, todos insistían en lo más importante para ser una buena hada tenía que ser hermosa.
Ante tal rechazo, más de una vez, se le paso por la cabeza, hechizarse para parecer ante los ojos de los demás como la hermosa de todas. Sin embargo, le enseño a que debía aceptarse como era.
Un día, las malvadas brujas que por allí vivían, destruyeron el país, llevándose consigo a todas las hadas y brujos del lugar. Nuestra hada fea, haciendo uso de su inteligencia, cambio sus vestidos y gracias a su apariencia, las brujas, pensaron que era una de ellas y no pusieron impedimento en que fuera con ellas hasta su escondite.
A pesar de que todos de metían con ella, montó una fiesta para mantener ocupadas a las brujas, mientras liberaba a las demás hadas y brujos, con los que lanzó un hechizo tan potente, que nada se supo en 100 años de las malvadas brujas.
Desde aquel día, la fealdad en el país de las hadas, fue considerada como signo de que el recién nacido iba a realizar grandes proezas






Autor: Pedro Pablo Sacristan

Enseñanza: “Todos podemos conseguir grandes cosas, y tenemos en nosotros lo necesario para conseguirlas. No debemos darle importancia a la belleza exterior, y querer cambiar sólo por cómo nos vean los demás.”

Un Marinero



Érase una vez un marinero llamado Derec el joven, una noche mientras recogía la red de pescar vio una cola muy grande salir del agua, pensaba que una cola tan grande no podía ser de un pez pero él pensaba que podría ser de una sirena pero creía que solo era una leyenda de marineros nadie le creyó pero lo que el no sabia que era verdad lo que contaba la sirena se llamaba Marian pero todos le llamaban Mar le gustaba subir a la superficie a tocar el arpa y cantar cantaba como los ángeles Derec se despertó por la noche por que no podía dormir y escucho a alguien cantar intrigado cogió una barca y fue de donde venia el ruido y vio a Mar la sirena le dijo que no gritara y en cuanto se miraron se enamoraron pero su amor era imposible quedaron en que todas las noches se verían en ese mismo sitio a cambio de que no dijera nada a nadie la sirena no podía dejar de pensar en el todos los días una noche le dijo el marinero que conocía a una hechicera que podría convertirlo en sirena le dijo que mañana vendría convertido en un sirena la hechicera le dijo que le convertiría si todas las noches gritaba al viento que su amor esta en el mar pero que lo tenia que hacer a las doce sino morirá le hizo el hechizo y se reunió con ella convertido en sirena todo el mundo se preguntaba quien era se casaron y tuvieron un hijo que le pusieron de nombre Ulises una noche cuando tenia que subir para gritar al viento que su amor esta en el mar cuando un barco pasaba no podía subir y iban a dar las doce y murió. Mar sabia que algo le había pasado y se sentó donde siempre se reunían con el bebe en los brazos gritando que donde estaba su amor.



La gata encantada


En un reino muy, muy lejano, vivía un inteligente y virtuoso príncipe, al que todos sus súbditos miraban con admiración. Todas las muchachas del reino, suspiraban por ser elegida por él, para convertirse en su esposa. Pero su príncipe, no parecía estar interesado en ninguna de ellas. En lo único que mostraba verdadero interés, era en juguetear con su gatita Zapaquilda.

Durante uno de estos juegos, exclamó:

-Oh pequeña y bella gatita, si en lugar de animal fueras persona, no dudaría en casarme contigo.

El Hada de los Imposibles, siempre atenta a cualquier tipo de deseo, le dijo:

-Ya que tanto lo deseas, haré realidad tu sueño.

Al mirar hacia el lugar en el que estaba Zapaquilda, el príncipe encontró a una hermosísima muchacha, con la que quiso casarse al instante.

Un día después, se celebraba la boda del príncipe y de la preciosa joven, a cuyo banquete estaban invitados todos y cada uno de los habitantes del reino. Cuando todos parecían estar pasándolo en grande, un pequeño ratoncillo entró en la sala, propiciando que la nueva princesa, se lanzara a comérselo. Arrepentido de su deseo, el príncipe llamó una y otra vez al Hada de los Imposibles, para que deshiciera el encantamiento, pero no hizo caso a sus ruegos, dejando al pobrecillo solo con su deseo.



Los ojos del duende



Cuando Jazmín despertó, una intensa luz rompía el cristal de la ventana en diminutas partículas que luego iban a parar al suelo y se evaporaban antes de tocarlo. Se irguió en la cama y un pegajoso olor a alcohol le recordó lo sucedido: el incendio que había arrasado con todo lo que tenía y la llegada del bombero que la tomó en brazos y la llevó en andas a través de las llamas. En su cabeza las imágenes se iban sucediendo con aleatoriedad, y, a medida que avanzaban, una sensación de agotamiento y desesperanza se iba apoderando más y más de ella.
Llevaba días en cama y nadie había venido a visitarla. Esa tarde entró una joven de mirada luminosa.
—Hola, me llamo Clara. ¿Cómo estás?
—No sé quién eres.
—No, disculpa. Vengo de parte de Índigo.
¿Era posible que la memoria no fuera capaz de recordar un nombre tan extravagante? Lo intentó. No había caso. Le respondió que no conocía a nadie con ese nombre. Clara le dijo.
—Sí, tienes que recordarlo. Era amigo tuyo en la infancia.
Siguió intentándolo. Nada. Le dijo que ni una sola fotografía se había salvado del accidente, por lo que tampoco podía usar las instantáneas para rememorar a ese tal Índigo. Y, después de mucho intentarlo, Clara abandonó la habitación, deseándole que se mejorase.
—Voy a morir, lo sé. Ya nadie me recuerda. Voy a morir como todos los demás.
—No, Índigo, no dejaré que eso pase.
—Ya has visitado a media ciudad, gente que en su infancia creía en mí y que ahora, ni siquiera recuerda mi nombre. ¡No sigas perdiendo el tiempo!
Clara llevaba varios meses intentando ayudarle sin resultados aparentes. Pero se había prometido que jamás bajaría los brazos. Después de 3000 años de vida, como todos los duendes, Índigo moriría si no encontraba a alguien capaz de creer en él. Todos los días de esa semana Clara fue a visitar a Jazmín y cada uno de ellos le preguntó si había recordado a Índigo. En una de esas visitas, Jazmín le preguntó.
—Pero ¿qué ocurre con ese tal Índigo? ¿qué te ha dicho de mí?
—Que eran grandes amigos.
—¡Qué raro! Los médicos me han dicho que no he sufrido lesiones ¿No te parece extraño que no lo recuerde?
—No, porque estás desesperanzada y ya no crees.
—¿Qué tiene que ver eso con los recuerdos?
Se lo contó porque, aunque le había jurado a su amigo que jamás revelaría su secreto, supo que era la última oportunidad de salvarlo. Tampoco funcionó. Jazmín comenzó a burlarse de ella y a expresar con claridad que ya no creía en la magia.
La mirada de Clara se apagó. Ella no era una niña pero sabía llorar. Había agotado todas sus esperanzas; si al revelar la existencia de Índigo, Jazmín no había sido capaz de reencontrarse con quien fuera en la infancia, entonces solo quedaba una cosa: velar junto a él hasta que se desvaneciera. Porque así mueren los duendes: se van disipando lentamente, y lo último que se apaga son sus ojos, dos llamitas coloradas que se tornan amarillentas hasta que las sepulta la oscuridad.
El dolor que Clara sintió fue tan hondo y el cariño por su amigo tan intenso que las lágrimas la incendiaron de una profunda amargura. Cuando su amigo la encontró, ella evadía su mirada. Sin embargo, una luz cegadora la obligó a mirarlo: su diminuto cuerpecito se había vuelto más nítido que nunca y una enorme sonrisa iluminaba sus ojos.


lunes, 10 de marzo de 2014

Gorg el gigante

Gorg el gigante vivía desde hacía siglos en la Cueva de la Ira. Los gigantes eran seres pacíficos y solitarios hasta que el rey Cío el Terrible les acusó de arruinar las cosechas y ordenó la gran caza de gigantes. Sólo Gorg había sobrevivido, y desde entonces se había convertido en el más feroz de los seres que habían existido nunca; resultaba totalmente invencible y había acabado con cuantos habían tratado de adentrarse en su cueva, sin importar lo valientes o poderosos que fueran.
Muchos reyes posteriores, avergonzados por las acciones de Cío, habían tratado de sellar la paz con Gorg, pero todo había sido en vano, pues su furia y su ira le llevaban a acabar con cuantos humanos veía, sin siquiera escucharles. Y aunque los reyes dejaron tranquilo al gigante, no disminuyó su odio a los humanos, pues muchos aventureros y guerreros llegaban de todas partes tratando de hacerse con el fabuloso tesoro que guardaba la cueva en su interior.
Sin embargo, un día la joven princesa fue mordida por una serpiente de los pantanos, cuyo antídoto tenía una elaboración secreta que sólo los gigantes conocían, así que el rey se vio obligado a suplicar al gigante su ayuda. Envió a sus mejores guerreros y a sus más valientes caballeros con la promesa de casarse con la princesa, pero ni sus mágicos escudos, ni las más poderosas armas, ni las más brillantes armaduras pudieron nada contra la furia del gigante. Finalmente el rey suplicó ayuda a todo el reino: con la promesa de casarse con la princesa, y con la ayuda de los grandes magos, cualquier valiente podía acercarse a la entrada de la cueva, pedir la protección de algún conjuro, y tratar de conseguir la ayuda del gigante.
Muchos lo intentaron armados de mil distintas maneras, protegidos por los más formidables conjuros, desde la Fuerza Prodigiosa a la Invisibilidad, pero todos sucumbieron. Finalmente, un joven músico apareció en la cueva armado sólo con un arpa, haciendo su petición a los magos: "quiero convertirme en una bella flor y tener la voz de un ángel".
Así apareció en el umbral de la cueva una flor de increíble belleza, entonando una preciosa melodía al son del arpa. Al oír tan bella música, tan alejada de las armas y guerreros a que estaba acostumbrado, la ira del gigante fue disminuyendo. La flor siguió cantando mientras se acercaba al gigante, quien terminó tomándola en su mano para escucharla mejor. Y la canción se fue tornando en la historia de una joven princesa a punto de morir, a quien sólo un gigante de buen corazón podría salvar. El gigante, conmovido, escuchaba con emoción, y tanta era su calma y su tranquilidad, que finalmente la flor pudo dejar de cantar, y con voz suave contó la verdadera historia, la necesidad que tenía la princesa de la ayuda del gigante, y los deseos del rey de conseguir una paz justa y durarera.
El gigante, cansado de tantas luchas, viendo que era verdad lo que escuchaba, abandonó su cueva y su ira para curar a la princesa. Y el joven músico, quien además de domar la ira del gigante, conquistó el corazón de la princesa y de todo el reino, se convirtió en el mejor de los reyes.



El hada y la sombra

Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra, antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para todos. 

El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije que os acompañaría a pesar de las dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".

Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días...
La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.


Las Princesas del Lago

Había una vez dos bellas princesas que siendo aún pequeñas, habían sido raptadas por un rey enemigo. Éste había ordenado llevarlas a un lago perdido, y abandonarlas en una pequeña isla, donde permanecerían para siempre custodiadas por un terrible monstruo marino.

Sólo cuando el malvado rey y su corte de brujos y adivinos fueron derrotados, pudieron en aquel país descubrir que en el destino estaba escrito que llegaría el día en que un valiente príncipe liberaría a las princesas de su encierro.

Cuendo el viento llevó la noticia a la isla, llenó de esperanza la vida de las princesas. La más pequeña, mucho más bella y dulce que su hermana, esperaba pacientemente a su enamorado, moldeando pequeños adornos de flores y barro, y cantando canciones de amor.

La mayor, sin embargo, no se sentía a gusto esperando sin más. "Algo tendré que hacer para ayudar al príncipe a rescatarme. Que por lo menos sepa dónde estoy, o cómo es el monstruo que me vigila." Y decidida a facilitar el trabajo del príncipe, se dedicó a crear hogueras, construir torres, cavar túneles y mil cosas más. Pero el temible monstruo marino fastidiaba siempre sus planes.


Con el paso del tiempo, la hermana mayor se sentía más incómoda. Sabía que el príncipe elegiría a la pequeña, así que no tenía mucho sentido seguir esperando. Desde entonces, la joven dedicó sus esfuerzos a tratar de escapar de la isla y del monstruo, sin preocuparse por si finalmente el príncipe aparecería para salvarla o no.

Cada mañana preparaba un plan de huída diferente, que el gran monstruo siempre terminaba arruinando. Los intentos de fuga y las capturas se sucedían día tras día, y se convirtieron en una especie de juego de ingenio entre la princesa y su guardián. Cada intento de escapada era más original e ingenioso, y cada forma de descubrirlo más sutil y sorprendente. Ponían tanto empeño e imaginación en sus planes, que al acabar el juego pasaban horas comentando amistosamente cómo habían preparado su estrategia. Y al salir la luna, se despedían hasta el día siguiente y el monstruo volvía a las profundidades del lago.


Un día, el monstruo despidió a la princesa diciendo:
- Mañana te dejaré marchar. Eres una joven lista y valiente. No mereces seguir atrapada.
Pero a la mañana siguiente la princesa no intentó escapar. Se quedó sentada junto a la orilla, esperando a que apareciera el monstruo.
- ¿Por qué no te has marchado?
- No quería dejarte aquí solo. Es verdad que das bastante miedo, y eres enorme, pero tú también eres listo y mereces algo más que vigilar princesas. ¿Por qué no vienes conmigo?
- No puedo- respondió con gran pena el monstruo-. No puedo separarme de la isla, pues a ella me ata una gran cadena. Tienes que irte sola.


La joven se acercó a la horrible fiera y la abrazó con todas sus fuerzas. Tan fuerte lo hizo, que el animal explotó en mil pedazos. Y de entre tantos pedacitos, surgió un joven risueño y delgaducho, pero con esa misma mirada inteligente que tenía su amigo el monstruo.
Así descubrieron las princesas a su príncipe salvador, quien había estado con ellas desde el principio, sin saber que para que pudiera salvarlas antes debían liberarlo a él. Algo que sólo había llegado a ocurrir gracias al ánimo y la actitud de la hermana mayor.

Y el joven príncipe, que era listo, no tuvo ninguna duda para elegir con qué princesa casarse, dejando a la hermana pequeña con sus cantos, su belleza y su dulzura... y buscando algún príncipe tontorrón que quisiera a una chica con tan poca iniciativa.



El hada de los Deseos

El hada de los Deseos



Kate era un joven muy simpática y  de un corazón bondadoso.  Todo los días recorría la ciudad con su varita en mano en busca de algún niño o niña al cual pudiera hacer feliz.
Katherine, como ya habrás imaginado, no era una joven común y corriente: Kate era una hada, un hada de la felicidad.

Día tras día,  al caer la noche, la joven hada tenia que ir a la reunión de las hadas de la felicidad, en dicha reunión todas sus compañeras contaban aventuras y experiencias respecto a lo que les había ocurrido en el día y a los niños que les habían cumplido deseos.

Nuestra pequeña amiga, se iba todas las noches muy triste, porque nunca podía contarles nada, ya que en nunca había conocido a alguien que la necesitara realmente. Siempre encontraba niños que pedían  dinero o juguetes nuevos y costosos. A pesar de que Kate les cumplía los deseos no dejaba de sentirse triste porque los niños pedían cosas materiales.

Tras mucho pensarlo, Kate encontró una posible solución, y es que nunca había ido a buscar más allá de la ciudad, en la cual la mayoría de los niños tenían todo lo que sus padres les podían comprar y eso los hacia felices, aparentemente.

La mañana siguiente, con una energía renovada gracias a su descubrimiento, decidió que ese día iría al pueblo llamado Tecpan a probar suerte.  Tras unas horas de vuelo por fin llego al pueblo. No tardó mucho en encontrar a unos pequeños niños que jugaban con el lodo.  Kate se acercó a ellos y le dijo:

-       Hola, me llamo Kate, soy un hada de la felicidad y vengo a concederles un deseo. ¿Cómo se llaman?
-       Yo soy Julia – Respondió la niña
-       Yo me llamo Jerry – Contestó el.
-       Bueno,  ¿ y qué les gustaría que les concediera?

Tras unos minutos de pensarlo y discutirlos los dos dijeron al mismo tiempo:
- Desearíamos que estos pasteles de lodo que estamos haciendo se convirtieran en reales, para darles un poco a todos nuestros amigos.

Kate se sorprendió mucho, ya que por primera vez en su vida había escuchado un deseo sin pretensiones y lleno de bondad, nunca había pensado que algún día escucharía un deseo para nada ambicioso  y con lagrimas de felicidad en los ojos movió su varita y convirtió los pasteles de lodo en ricos pasteles de chocolate.

Ese día varias personas fueron felices, en primer lugar todos los niños que comieron de los deliciosos pasteles y también Kate, quien por fin tuvo algo digno de contar en la reunión de esa noche  y aprendió que los mejores deseos, son aquellos que buscan beneficiar a otros también.

El arco iris de Relmu ( Cuento)


El arcoiris de Relmu

Los tenía muy diversos: de colores intensos y bellas formas, en lápiz, en acuarela…Todos sus cuadernos se hallaban repletos de arco iris. Y es que a Relmu le fascinaba esta extraña forma colorida que llamaba la atención de todos, atravesando las nubes y estableciendo un lazo entre el cielo y la tierra; y estaba convencida de que era mucho más que un fenómeno óptico.
Pero había algo extraño en los arco iris que Relmu dibujaba: todos ellos carecían del color violeta. Y por mucho que Relmu se esforzara, nunca conseguía incluir este color en sus ilustraciones.
Relmu era una niña fea, de enormes ojos verdes, que casi no le servían si no llevaba las enormes gafas, y un cuerpo que sobrepasaba cuatro veces el de cualquier otra niña de su edad. En el colegio la pasaba realmente mal. No tenía amiguitos y el pasatiempo favorito de sus compañeros de clase era tramar bromas y burlas contra ella. Les resultaba muy divertida su cara roja bañada de lágrimas o su incapacidad para contener la orina cuando se sentía angustiada. Sus cumpleaños los pasaba en la más absoluta soledad, rodeada del cariño de dos padres que no sabían quererla y una abuela malvada que ni siquiera cocinaba bien. No obstante, Relmu tenía un secreto que nadie conocía. Por las noches, cuando todas las luces se apagaban, salía volando por la ventana de su habitación y visitaba mundos maravillosos.


Una noche, su viaje la llevó hasta un gigantesco arco iris. Era la primera vez que visitaba uno y se sentía realmente extasiada. Era una enorme cinta de colores que comenzaba en la línea del horizonte y se perdía poco después de sus ojos, donde su terrible vista no llegaba.
Una mujer de figura desaliñada y un pelo largo y canoso se le acercó. Le dijo que era un hada y Relmu pensó que era el ser más hermoso del universo, siendo técnicamente sumamente fea. Como sabía que el sueño no duraría mucho y quería volver a la realidad con la mayor cantidad de respuestas posibles, decidió hacer todas las preguntas que se le ocurrieran. A veces solo contamos con un sueño para cambiar nuestra realidad.
—¿Por qué no eres hermosa?
—Lo soy.
—Sí, para mí sí, porque veo en tu interior, pero no te pareces…
—La belleza no está en el interior, Relmu. El verdadero secreto de la vida no consiste en aceptarte como eres, sino en dejar de preocuparte de que los demás lo hagan. Debes poder mirarte al espejo sin pensar si eres bonita o fea. Después de todo, la belleza es solo un concepto, como tantos otros, y por lo tanto no tiene ninguna importancia. Si comprendes esto también podrás entender por qué no pintas el color violeta en tus arco iris. Hasta que no aceptes que no eres como las demás y te centres en ser Relmu sin importar lo que te pese, las cosas no cambiarán.
Tardó algunos años en comprenderlo, pero un día lo hizo. Se supo hada: un hada regordeta, de gafas y poco atractivo físico, pero con un inmenso arco iris solo para ella, para cuidar. Y fue capaz de mostrarle a otras personas que un arco iris es mucho más que un espectro producido por el encuentro de la luz con el agua.
Los tenía muy diversos: de colores intensos y bellas formas, en lápiz, en acuarela…Todos sus cuadernos se hallaban repletos de arco iris. Y es que a Relmu le fascinaba esta extraña forma colorida que llamaba la atención de todos, atravesando las nubes y estableciendo un lazo entre el cielo y la tierra; y estaba convencida de que era mucho más que un fenómeno óptico.
Pero había algo extraño en los arco iris que Relmu dibujaba: todos ellos carecían del color violeta. Y por mucho que Relmu se esforzara, nunca conseguía incluir este color en sus ilustraciones.
Relmu era una niña fea, de enormes ojos verdes, que casi no le servían si no llevaba las enormes gafas, y un cuerpo que sobrepasaba cuatro veces el de cualquier otra niña de su edad. En el colegio la pasaba realmente mal. No tenía amiguitos y el pasatiempo favorito de sus compañeros de clase era tramar bromas y burlas contra ella. Les resultaba muy divertida su cara roja bañada de lágrimas o su incapacidad para contener la orina cuando se sentía angustiada. Sus cumpleaños los pasaba en la más absoluta soledad, rodeada del cariño de dos padres que no sabían quererla y una abuela malvada que ni siquiera cocinaba bien. No obstante, Relmu tenía un secreto que nadie conocía. Por las noches, cuando todas las luces se apagaban, salía volando por la ventana de su habitación y visitaba mundos maravillosos.
Una noche, su viaje la llevó hasta un gigantesco arco iris. Era la primera vez que visitaba uno y se sentía realmente extasiada. Era una enorme cinta de colores que comenzaba en la línea del horizonte y se perdía poco después de sus ojos, donde su terrible vista no llegaba.
Una mujer de figura desaliñada y un pelo largo y canoso se le acercó. Le dijo que era un hada y Relmu pensó que era el ser más hermoso del universo, siendo técnicamente sumamente fea. Como sabía que el sueño no duraría mucho y quería volver a la realidad con la mayor cantidad de respuestas posibles, decidió hacer todas las preguntas que se le ocurrieran. A veces solo contamos con un sueño para cambiar nuestra realidad.
—¿Por qué no eres hermosa?
—Lo soy.
—Sí, para mí sí, porque veo en tu interior, pero no te pareces…
—La belleza no está en el interior, Relmu. El verdadero secreto de la vida no consiste en aceptarte como eres, sino en dejar de preocuparte de que los demás lo hagan. Debes poder mirarte al espejo sin pensar si eres bonita o fea. Después de todo, la belleza es solo un concepto, como tantos otros, y por lo tanto no tiene ninguna importancia. Si comprendes esto también podrás entender por qué no pintas el color violeta en tus arco iris. Hasta que no aceptes que no eres como las demás y te centres en ser Relmu sin importar lo que te pese, las cosas no cambiarán.
Tardó algunos años en comprenderlo, pero un día lo hizo. Se supo hada: un hada regordeta, de gafas y poco atractivo físico, pero con un inmenso arco iris solo para ella, para cuidar. Y fue capaz de mostrarle a otras personas que un arco iris es mucho más que un espectro producido por el encuentro de la luz con el agua.

Poemas Infantiles




¿CÓMO SE DIBUJA UN NIÑO?


PARA DIBUJAR UN NIÑO
HAY QUE HACERLO CON CARIÑO.
PINTARLE MUCHO FLEQUILLO
QUE ESTÉ COMIENDO UN BARQUILLO-,
MUCHAS PECAS EN LA CARA,
QUE SE NOTE QUE ES UN PILLO
-PILLO RIMA CON FLEQUILLO
Y QUIERE DECIR TRAVIESO-.
CONTINUEMOS EL DIBUJO:
REDONDA CARA DE QUESO.
COMO ES UN NIÑO DE MODA,
BEBE JARABE CON SODA.
LLEVA PANTALÓN VAQUERO
CON UN HERMOSO AGUJERO;
CAMISETA AMERICANA
Y UNA GORRITA DE PANA.
LA BOTAS, DE FUTBOLISTA
-PORQUE CHUTANDO ES UN ARTISTA-.
SE RÍE CONTINUAMENTE
PORQUE ES MUY INTELIGENTE.
DEBAJO DEL BRAZO, UN CUENTO,
POR ESO ESTÁ TAN CONTENTO.
PARA DIBUJAR UN NIÑO
HAY QUE HACERLO CON CARIÑO.
 
(GLORIA FUERTES)





EL BURRO Y LA ESCUELA


Una y una, dos;  

dos y una, seis;   

el pobre burrito  

contaba al revés. 



-¡No se lo sabe!   

-¡Sí me lo sé! 

-¡Usted nunca estudia!    

-¡Dígame por qué!    

Cuando voy a casa   

no puedo estudiar. 



Mi amo es muy pobre,   

hay que trabajar. 

Trabajo en la mina   

todo el santo día.  



¡No me llame burro,   

profesora mía!   


     ( Gloria Fuertes)





LOS DÍAS DE LA SEMANA 


EL LUNES ES EL PRIMER DÍA

Y NOS LEVANTAMOS CON ALEGRÍA.

EL SEGUNDO, MARTES SE LLAMÓ,

Y SI LOS CUENTAS, YA VAN DOS.

AL MIÉRCOLES LE TOCÓ EL TERCERO,

NO TE CONFUNDAS CON EL PRIMERO.

EL JUEVES EL CUARTO DÍA HACE,

JUSTO EN MEDIO, CON MUCHO ARTE.

EL VIERNES OCUPA EL QUINTO,

¡VACACIONES, DOY UN BRINCO!

EL SÁBADO ES EL SEXTO DE LA SEMANA,

¡AL CINE CON MI HERMANO Y CON MI HERMANA!

EL DOMINGO..., ÚLTIMO DE LA SEMANA,

NO TE PREOCUPES QUE EMPEZAMOS MAÑANA.


(TERESA TORRES)







La escuela del mar


A la rueda, rueda

de la caracola

duermen los cangrejos

y ríen las olas.

Los peces chiquitos,

juegan en la arena.

Se quedan dormidos

junto a las ballenas.

Los peces despiertan,

saltan por las rocas,

burbujas de risas,

hacen en el agua

sus palabras cortas.

Cantan, sueñan, bailan

y con sus manitas

mecen en sus cunas

a las estrellitas.

Al acuario-escuela,

van los pececitos.

Pompas de colores

entre sus libritos

a la rueda, rueda

vamos a soñar

que pronto, mamita,

nos vendrá a buscar.


  (Marisa Moreno)






ABUELITA


La Mamá de mi Mamá
es mi abuelita querida,
la viejita consentida.
que sus caricias me da.


El Papá de mi Papá
es mi abuelito querido,
el viejito consentido
que sus consejos me da.

Dos Papá  y dos Mamá
de mis padres tengo en casa:
uno me besa y me abraza
otro enseñanzas me da!





MI REGALO PARA MAMÁ


Le regalo a mi mamá
una sonrisa de plata
que es la que alumbra mi cara
cuando de noche me tapa.

Le regalo a mi mamá
una caperuza roja
por contarme tantas veces
el cuento que se me antoja.

Le regalo a mi mamá
una colonia fresquita
por no soltarme la mano
cuando me duele la tripa.

Le regalo a mi mamá
una armadura amarilla
que la proteja del monstruo
que espanta en mis pesadillas.

Le regalo a mi mamá
el lenguaje de los duendes
por entender lo que digo
cuando nadie más lo entiende.

Le regalo a mi mamá
una chistera de mago
en la que quepan mis besos
envueltos para regalo.


( Juan Guinea Díaz)





 LOS BALCONES DE MI CASA


¡QUÉ ALTOS

LOS BALCONES DE MI CASA!

PERO NO SE VE EL MAR.

¡QUÉ BAJOS!

SUBE, SUBE, BALCÓN MÍO,

TREPA EL AIRE, SIN PARAR,

SI TERRAZA DE LA MAR,

SI TORREÓN DE NAVÍO.


(RAFAEL ALBERTI)





LOS JUGUETES


LOS JUGUETES DE LA CLASE

COMENZARON A CANTAR,

¡ESTABAN REQUETECONTENTOS,

EL COLEGIO IBA A COMENZAR!

DESPUÉS DE DÍAS Y DÍAS

DE MUY POCA ACTIVIDAD,

CON LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS

VOLVERÍAN A JUGAR.

SALIERON DE SUS RINCONES,

ORGANIZARON UN GRAN TALLER,

Y A TODOS LOS QUE ESTABAN ROTOS

TRATARON DE RECOMPONER.

MUÑECOS, PUZLES Y COCHES,

CAZUELAS, PLATOS Y VASOS,

CONSTRUCCIONES, CUENTOS, AROS,

YA TODOS ESTÁN SITUADOS,

ESPERANDO QUE, MUY PRONTO,

LOS NIÑOS LES DEN UN ABRAZO.


(BEGOÑA DÍAZ GARCÍA)




LOS SENTIDOS


MIRO HACIA ARRIBA Y VEO 

EL CIELO DE MIL COLORES, 

SALGO A LA CALLE Y HUELO 

LA FRAGANCIA DE LAS FLORES. 

MIS OREJITAS ME SIRVEN 

PARA OIR LOS PÁJAROS CANTAR 

Y CON LAS MANOS YO PUEDO 

A MI MAMÁ ABRAZAR. 

ADEMÁS TENGO LA BOCA 

CON LA QUE VOY A SABOREAR 

LA FRUTA QUE MI ABUELITA 

ME DARÁ DE MERENDAR.