viernes, 9 de mayo de 2014

El Origen de los Duendes





Un duende es una criatura mítica perteneciente a la mitología pagana germánica que todavía sobrevive en el folclore de Europa del norte. En la mitología de los nórdicos, estas criaturas eran originalmente consideradas como una raza de dioses de la naturaleza y de la fertilidad, aunque de menor importancia.

Los duendes son representados a menudo como hombres y mujeres jóvenes de gran belleza que viven en bosques y otros lugares naturales subterráneos, así como en pozos y fuentes.

Han sido retratados como seres longevos o inmortales que gozan de energías mágicas innatas. Después del éxito de la obra épica de J.R.R. Tolkien “El señor de los anillos”, donde existen personas sabias y angelicales llamadas duendes, estas criaturas juegan un rol cultural significativo y se han convertido en personajes obligados de la fantasía

En el folclore alemán existía la creencia de que los duendes eran aquellos bromistas dañinos que podían causar enfermedades a los ganados y a la gente, además de provocar pesadillas a los durmientes. La palabra alemana para un “mal sueño” es “Albtraum”, que significa “sueño del duende”.



Por otra parte, la forma arcaica Albdruck quiere decir la “presión del duende”. Por aquel entonces se creía que las pesadillas eran la consecuencia de que una de esas criaturas se sentara sobre la cabeza del durmiente. Este aspecto de la creencia alemana en los duendes corresponde en gran parte a la superstición escandinava sobre el “mara”.Es también similar a las leyendas relacionadas con los demonios incubus y sucubus.

“El pobre pajarito embromado” (Poor little birdie teased), pintura realizada por el ilustrador Richard Doyle durante la era victoriana, representa la opinión tradicional acerca de los duendes, de acuerdo con el folklore inglés más actual. Se trata de un humano diminuto que habita dentro de los árboles.

La palabra duende proviene del inglés antiguo: es un vocablo derivado de la palabra ælf (ælfe, con variantes regionales y cronológicas tales como ylfe y ælfen). Las palabras utilizadas para nombrar a las ninfas de los mitos griegos y romanos fueron traducidas por eruditos anglosajones a raíz de la palabra ælf y sus variantes.



Aunque la evidencia inglesa más temprana es confusa, existen motivos para pensar que los duendes anglosajones (ælfe) eran similares a los duendes de la mitología temprana de los nórdicos: seres humanos con poderes sobrenaturales, generalmente varones, capaces de ayudar o de dañar a las personas con las que se encuentra.

La unión amorosa entre los æsir y los álfar, descrita en las poéticas Eddas medievales, se refleja en el viejo færstice inglés.


En lo referente a la belleza de los duendes nórdicos, hay evidencias ofrecidas por el vocabulario del inglés antiguo. Palabras como ælfsciene (“duende hermoso”) usadas también para mujeres bíblicas que son seductoras y bellas.

La lengua anglosajona también atestigua alianzas de duendes con demonios, como por ejemplo en el verso 112 del Beowulf. Por otra parte, el oaf es simplemente una variante de la palabra duende, probablemente se refiere a un changelingo alguien que quedó estupefacto por el encantamiento mágico de un duende.

“Duende tiro” -también duende perno o duende flecha- es una palabra encontrada en Escocia y en el norte de Inglaterra. Fue documentada por primera vez en un manuscrito que data de finales del siglo XVI.

Aunque primero se menciona un dolor agudo provocado por los duendes, más adelante queda claro que denota la cabeza de una flecha de piedra neolítica, que en el siglo XVII parece haber sido atribuida en Escocia a las personas que tenían poderes mágicos. Era utilizada en rituales curativos y utilizada por brujas y hechiceras para herir personas o matar ganado.

Otras creencias sostienen que un enredo en el cabello era llamado “cerradura de duende”, porque se creía que era causado por la travesura de los duendes. Una parálisis repentina también era atribuida al “golpe de un duende”.



Duendes en cuentos y mitos


Los duendes suelen aparecer en numerosas baladas de origen inglés y escocés, así como en cuentos populares, incluyendo muchos viajes a Elphame o Tierra de los Duendes (el Álfheim de la mitología de los nórdicos).

Se trata de un reino místico, misterioso y desagradable. El duende es retratado a veces como portador de una luz positiva, tal como la reina de Elphame en la balada de “Thomas the Rhymer”. Sin embargo, también existen duendes de carácter siniestro, inclinados con frecuencia a la violación y el asesinato, como sucede en el cuento de “Childe Rowland” o en la balada de la lady Isabel y el Duende Caballero. En esta última historia, el Duende Caballero intenta asesinar a una mujer.

En la mayoría de los casos, los duendes de las baladas son criaturas de sexo masculino. El único duende femenino comúnmente mencionado es la Reina de la Tierra de los Duendes, que aparece en “Thomas the Rhymer”, así como la Reina de Nourice, en cuya ciudad secuestran a una mujer para ser la enfermera del bebé de la citada reina, prometiéndole que podrá volver a su casa una vez el infante se destetara.
Duendes en cuentos y mitos

Los duendes no suelen ser malvados pero sí molestan a los seres humanos o interfieren en sus asuntos. Se cree que son invisibles. En la tradición anglosajona, los duendes llegaron a ser más o menos sinónimos de las hadas, que se originaron de la mitología nativa británica.

Sucesivamente, la palabra “duende” -así como el término literario “hada”- se acuñó para denotar a los varios espíritus de la naturaleza como el pwcca, hobgoblin o el brownie los escoceses.

En la Inglaterra isabelina, William Shakespeare imaginaba a los duendes como gente pequeña. Este escritor, al parecer, consideraba que los duendes y las hadas eran de la misma raza. En su drama Enrique IV hace que Falstaff califique al príncipe Enrique de la siguiente manera: “usted, ambicioso, tiene una piel de duende”. Y en la comedia “Sueño de una noche de verano” los duendes son casi tan pequeños como insectos.

Por otra parte, Edmund Spenser presenta a los duendes como seres del mismo tamaño en La Reina de las hadas. La influencia de Shakespeare y de Michael Drayton logró que la imagen popular de los duendes y de las hadas fuera reconocida como la de seres muy pequeños. Por ejemplo, en la literatura victoriana los duendes aparecen generalmente ilustrados como hombres y mujeres minúsculos, con los orejas puntiagudas y usando graciosos gorros.
Un ejemplo es la Princesa Nobody (1884) del cuento de hadas de Andrew Lang, ilustrado por Richard Doyle, donde las hadas son criaturas minúsculas con alas de mariposa y los duendes son individuos pequeñísimos con gorras rojas. Sin embargo, había excepciones a esta regla: por ejemplo, los duendes que aparecen en Lord Dunsan y la hija del Rey de la Tierra de los Duendes.



Duendes Nórdicos


La descripción más temprana de los duendes proviene de la mitología nórdica. De allí se conserva el nombre “álfar”, aunque la creencia en estas criaturas maravillosas era muy común entre las tribus germánicas y los antiguos escandinavos.

Los duendes parecen compartir muchas características con los seres humano, con la diferencia de que aquéllos son siempre muy hermosos. Suele aludirse a estas criaturas como seres semi-divinos asociados a la fertilidad y al culto de los antepasados. Se los relaciona con la creencia animista y espiritista de la naturaleza y de los difuntos, muy común en casi todas las religiones humanas. Allí se remonta la vieja creencia nórdica en los fylgjur y vörðar, espíritus protectores.

Algunos investigadores sostienen que los duendes son el equivalente germánico de las ninfas de la mitología griega y romana, así como el “vili” y el “rusalki” de la mitología Eslavita.


Duendes Nórdicos



El mitógrafo e historiador irlandés Snorri Sturluson se refiere a los enanos (“dvergar”) como los “duendes oscuros” (“dökkálfar”) o “duendes negros” (“svartálfar”); si este uso refleja una creencia escandinava medieval más amplia, esto es incierto.

Los duendes que no son oscuros son descritos por Snorri como “duendes de la luz” (“ljósálfar”). Este uso ha estado conectado a menudo con la relación etimológica de los duendes con la blancura. En las Eddas se afirma que “hay un lugar allí en el cielo que se llama la casa del duende (Álfheimr).

La gente que vive allí es conocida como “los duendes ligeros! (ljósálfar) mientras que los duendes oscuros (dökkálfar) habitan bajo la tierra.

La certeza de la existencia de los duendes en la mitología nórdica -además de la labor de Snorri- se funda en la poesía “Skaldic”, el Edda poético y las sagas legendarias. Aquí, los duendes aparecen vinculados al “Æsir”, particularmente con la frase “Æsir y los duendes”, que significa “todos los dioses”.

Además, estos seres mágicos han sido comparados o identificados con los “Vanir” -los dioses nórdicos de la fertilidad- por algunos eruditos. Sin embargo, en el Alvíssmál (los Refranes de Todos los Sabios) los duendes son considerados muy ajenos a “Vanir” y a “Æsir”. Por lo tanto, existen diferentes versiones sobre su procedencia y función natural.

Posiblemente, tales palabras designan una diferencia en el estatus que existe entre los dioses principales de la fertilidad (el Vanir) y los de menor importancia (los duendes).

Varias fuerzas menores, tales como los criados de los dioses, se presentan en los mitos nórdicos Byggvir y Beyla, que mencionan la existencia de “Freyr”, el señor de los duendes.

Algunos especulan que “Vanir” y los duendes pertenecen a una religión nórdica anterior a la edad de bronce escandinava, y que fueron substituidos más adelante por los dioses principales “Æsir”.
Otras notables investigaciones -especialmente las de Georges Dumézil- discuten que el “Vanir” fuera uno de los dioses de los hombres nórdicos comunes, y que el “Æsir” fuera el dios de las castas de sacerdotes y guerreros.




Duendes Escandinavos


En el folklore escandinavo, que combina elementos de la mitología de los nórdicos y del Cristianismo, existe un duende danés llamado “alv” en noruego y “älva” en sueco.

En Dinamarca y Suecia, los duendes son seres parecidos a insectos alados. Por ejemplo, el “alf” encontrado como personaje en el cuento de hadas “El duende de la Rosa” -escrito por el famoso autor danés Hans C. Andersen- es tan minúsculo que puede vivir dentro de una rosa doméstica. En ese relato, es descrito como un ser que “tiene alas que van desde sus hombros hasta sus pies”.

Andersen también escribió sobre los “elvere” de la colina “elfin”. Los duendes en esta historia son similares a los del folklore danés tradicional: eran hermosas mujeres que vivían en colinas de canto rodado, capaces de hacer danzar a un hombre hasta la muerte.
Duendes Escandinavos

Los duendes de la mitología nórdica son generalmente criaturas hembra; un ejemplo es el elfo Galadriel, que vivía en la Tierra Media, según la famosa historia escrita por Tolkien.

Las “älvor” suecas eran hermosas muchachas que vivían en el bosque, junto con el rey duende. Eran longevas y alegres. Generalmente, los duendes son representados con cabellos radiantes y vestidos de blanco. Pueden ser realmente repugnantes cuando son ofendidos.

En las antiguas leyendas, los duendes pueden ser agentes propagadores de enfermedades; la más común e inofensiva es la erupción cutánea, llamada “älvablåas” (soplo de duende). Para apaciguarlos, se le ofrecían alimentos, preferentemente de mantequilla.

Los duendes podían ser vistos bailando sobre los prados, de noche o en mañanas de neblina. Dejaban una especie de círculo donde habían bailado, que luego fue llamado “älvdanser” (danzas del duende) o “älvringar” (los círculos del duende). Se creía que orinar en estos lugares causaba enfermedades venéreas.

Si un ser humano observara la danza de los duendes creería que pasaron unas pocas horas, cuando en realidad habrían sido muchos años; este fenómeno fue desarrollado también en El señor de los anillos, cuando la comunidad del anillo descubre que el tiempo parece haber transcurrido más lentamente en la ciudad de los duendes de Lothlórien.
Sin embargo, los duendes no siempre eran jóvenes y hermosos… En la colección de cuentos populares suecos “La pequeña Rosa y la gran Leda”, una dama-duende de grandes poderes mágicos (älvakvinna) salva a la heroína -la pequeña Rosa- con una condición: que los ganados del rey se alimentaran en los campos aledaños a su colina, pero no cerca de la misma. Se la describe como una mujer de edad avanzada.




Origen de los Elfos


La literatura fantástica moderna ha recuperado a los duendes como una raza de seres semi-divinos, de estatura humana. Los duendes ficticios difieren de los duendes descritos por la mitología nórdica, aunque ambos se vinculan con creencias populares. Sin embargo, los personajes mitológicos tenían pocas probabilidades de entrar por la noche para ayudar a un zapatero a reparar sus zapatos atrasados…

Los duendes de austero estilo nórdico y estatura humana fueron introducidos por Paul Anderson en su novela fantástica “La espada rota”, hacia 1954.

Este autor fue uno de los precursores en recuperar la figura “duendesca” para la ficción contemporánea, aunque su obra resultó más tarde eclipsada por las criaturas de Tolkien, también durante el siglo XX.

Los duendes del irlandés Tolkien fueron concebidos como una raza de seres con aspecto similar al de los humanos pero más justos y sabios, con grandes energías espirituales, sentidos más agudos y una empatía con la naturaleza.

Para Tolkien, los duendes eran maravillosos herreros y guerreros feroces, pero por una buena causa. Los elfos de la Tierra Media eran inmortales: no eran vulnerables a las enfermedades ni a los efectos de la vejez.
Aunque podían morir en batalla igual que los seres humanos o fallecer de pena, sus espíritus iban a vivir a una tierra bendita, en la región occidental, llamada Valinor. Por el contrario, las almas de los seres humanos salen del mundo enteramente.




Los Elfos según Tolkien




El arquero épico Legolas Greenleaf, cuyo personaje fue representado por el actor Orlando Bloom en la trilogía fílmica El señor de los anillos, es indiscutiblemente el mejor y más famoso elfo de Tolkien.

Tolkien no compartía la visión de los elfos diminutos que mostró William Shakespeare en “Sueño de una noche de verano” o que aparecía en la colección de los antiguos cuentos de hadas de la época victoriana.

Los duendes retratados por el irlandés Tolkien fueron concebidos como una raza de seres con aspecto similar al de los humanos pero más justos y sabios, con grandes energías espirituales, sentidos más agudos y una empatía con la naturaleza.


Los elfos de Tolkien, habitantes de la Tierra Media, eran representaciones de aquello que los seres humanos podrían haber sido de no haber caído en el pecado original. Los elfos son humanos inmortales que no envejecen, aunque pueden recibir heridas de gravedad; en la obra de Tolkien, un elfo asesinado es capaz de regresar a la vida después de un corto período de tiempo.

El señor de los anillos -escrito entre 1954 y 1955- se hizo muy popular, y fue imitado también. En los años ´60 y posteriormente, elfos parecidos a los de Tolkien poblaron numerosas ficciones así como variados juegos de rol.

Los elfos de Tolkien eran adversarios de los goblins (orcos) y habían estado enemistados históricamente con la raza de los enanos; estos motivos reaparecen a menudo a partir de los trabajos inspirados por Tolkien.

Además, este prestigioso escritor irlandés es el responsable de la recuperación del antiguo vocablo “elfo”, reemplazando el acuñado por Edmund Spenser: elfin y elfish.
Tolkien probablemente prefirió la palabra “elfo” en vez de “hada” porque la primera es de neto origen anglosajón mientras que la segunda se incorporó al inglés a través del francés.

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