martes, 20 de octubre de 2015

Sabrina, el hada del invierno




Sabrina era una pequeña hada del invierno, todos los días trabajaba arduamente para crear los más bellos copos de nieve y los guardaba con suma delicadeza, cuando su jornada laboral terminaba tachaba un día más en su calendario y se llenaba de emoción: El día de la visita a la Tierra llegaba. Sería su primera vez y estaba dispuesta a hacer todo para ser el hada destacada de la visita.
El gran día llegó,  Sabrina se levantó muy temprano y dedicó todo su esfuerzo a mantenerse atenta a las instrucciones que el hada guía decía, entre las que incluían no dañar los copos de nieve, no separarse del grupo, no tener contacto con los humanos y un montón de reglas más; a cada hada se le asignó una cantidad de copos para esparcir y  levantaron el vuelo.
Al principio todo iba muy bien, Sabrina estaba muy emocionada pero tranquila, hasta que lo vio… el humano más guapo del mundo, o al menos eso era lo que pensaba ella ya que nunca había visto uno.  La curiosidad fue más grande que su sueño y comenzó a seguir al humano alejándose poco a poco del grupo. En un descuido tiró todos los copos de nieve, lo que provocó un desastre en la tierra, pero a ella no le importó y continuó siguiendo al humano.
Horas después, estaba agotada. Ya se había dado cuenta de que había perdido el rumbo y el grupo con el que estaba se encontraba lejos de ella, incluso podrían haber llegado ya a casa… El humano resultó ser interesante, tenia una cosa que llamó “Jaula” y eso provocó que la curiosidad de Sabrina estallara. En aras de descansar y ver de cerca el artefacto, se sentó junto a la jaula y comenzó a tocar los barrotes de metal… luego pasó lo peor: La jaula se cerró dejándola atrapada dentro, el humano sonrió con malicia al verla y jamás se volvió a saber de Sabrina.




Una cosa está clara: Si dejas que la curiosidad te lleve lejos de tus sueños las consecuencias pueden ser realmente graves e impredecibles.



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